Un grito para despertar a los dormidos, para despertar a los esclavos de los terruñeros fascistas, de los nacionalistas que pretenden devolvernos a los reinos medievales de taifas

Soberanismo

Por Albert Mallofré

Durante este verano, muchos vacacionistas catalanes hemos recorrido carreteras españolas para constatar, muy desagradablemente, que la señalización de carreteras en la comunidad catalana es de las peores de todo el estado español. Aquí hay que recordar que la Generalitat dedicó mucho tiempo, dinero, ocupación y esfuerzo generalizado, en el empeño de sustituir toda la nomenclatura de las carreteras en el país catalán, en un propósito netamente soberanista, dejando de lado los intereses reales de los automovilistas que circulamos por estas carreteras. Es lógico que un espíritu soberanista no pueda soportar que la nomenclatura de la red viaria corresponda a la de un país vecino que, encima, se le tiene como pais opresor y, por esto, la Generalitat se afanó en cambiarla, con un coste sumamente elevado pero con el único propósito de su satisfacción soberanista, con desprecio olímpico del servicio al ciudadano.

Al ciudadano le da igual que una carretera se llame N-152 o C-34, lo que quiere es que esté en buen estado y bien señalizada. Digo mal, el ciudadano prefiere muy probablemente que se siga llamando N-152 que es como se llamaba toda la vida, evitando cambios gratuitos que no hacen sino sembrar confusión. Lo que no quiere el ciudadano es que los poderes públicos descuiden la señalización viaria mientras dedican su tiempo y su esfuerzo en apropiarse la nomenclatura de las mismas carreteras. Pero está claro que a los poderes públicos de Catalunya les interesa sobre todo el poder y no el servicio al ciudadano. Se nota en toda su actuación, aplicando el falso axioma de que si un servicio cualquiera es catalán, dirigido y administrado desde Catalunya, es automáticamente excelentemente eficaz. La práctica demuestra cada día que esto no es cierto.

La Generalitat dedica gran parte de su presupuesto a inversiones soberanistas que son inútiles y están fuera de lugar, descuidando el servicio verdadero al ciudadano. Luego, como naturalmente falta dinero para servicios esenciales, es preciso reclamar mejoras en la financiación, pretendiendo que se quede en sus manos toda la recaudación presupuestaria, entera, sin "solidaridades" ni ceder nada al estado. En una palabra, es el eterno espíritu soberanista ya conocido. Más poder para la Generalitat, y el ciudadano, mientras tanto, que vaya cantando "Els segadors", que es muy sano y eleva el espíritu.